El pasado año, tras varios de pertinaz sequía, y con los precios del mercado de la miel hundidos, por importaciones de “mieles” baratas y de dudosa calidad, la mitad de las explotaciones apícolas españolas estaban en situación de quiebra técnica. Un sector estratégico -pues de la polinización dependen buena parte de nuestros alimentos-, se tambalea. Y, ante la insuficiente respuesta política, para adoptar las soluciones necesarias, requiere de una verdadera alianza ciudadana para su defensa y promoción.
En el vibrante ecosistema de la apicultura, el apoyo de la comunidad es tan vital como el néctar y el polen para las abejas. Mucho más que simples productores de miel, los apicultores locales son guardianes de un delicado equilibrio ecológico, y garantes de nuestra soberanía alimentaria. En efecto, podemos consumir mieles de fuera (o, básicamente, en el caso de las “mieles” chinas, sucedáneos cuya trazabilidad y procedencia desconocemos); pero, si queremos frutas y verduras, necesitamos nuestras colmenas aquí, polinizando nuestros campos.
En este artículo, exploraremos cómo el apoyo comunitario puede marcar la diferencia para estos incansables defensores de la naturaleza y las colonias de abejas que protegen.
Mucho más que la miel.
La apicultura va más allá de la simple producción de miel; los apicultores desempeñan un papel esencial en la polinización de cultivos y la preservación de la biodiversidad. Se calcula que la contribución de las abejas a la agricultura, en España, supera los 2.400 millones de euros (22.000 millones en Europa). Eso es muchísimo más que lo que moviliza, en cifras oficiales, el mercado de la miel en España, que ronda los 60 millones de euros.
Por ello, cuando la comunidad se une para respaldar a los apicultores locales, en realidad están contribuyendo a la salud de nuestros ecosistemas y a la producción de alimentos.
Una forma poderosa de apoyo –no nos cansaremos de insistir en ello- es huir de los supermercados y comprar la miel local, en el pequeño comercio, o bien online directamente al apicultor. Hoy por hoy, tal y como están las cosas, es la única garantía que tiene el consumidor de estar consumiendo miel cruda, 100% natural, con todas sus propiedades.
Al optar por la miel producida por apicultores de la zona, los consumidores no solo disfrutan de un producto fresco y de alta calidad, sino que también respaldan directamente a los productores locales y a la sostenibilidad ambiental.
En Tierras Apícolas y Colmenas Compartidas, celebramos y fomentamos esta colaboración entre apicultores y comunidad. Reconocemos el valor del apoyo comunitario en la protección de nuestras amigas las abejas y en la promoción de una apicultura sostenible. Juntos, podemos trabajar para preservar la rica diversidad de nuestros ecosistemas, la sostenibilidad de nuestra agricultura, y garantizar un futuro próspero para todos, apoyando el empleo y fijando población en nuestros pueblos, en esa España vaciada, que necesitamos llenar de vida.
Un dulce vínculo: el impacto del apoyo de la comunidad a la apicultura
El pasado año, tras varios de pertinaz sequía, y con los precios del mercado de la miel hundidos, por importaciones de “mieles” baratas y de dudosa calidad, la mitad de las explotaciones apícolas españolas estaban en situación de quiebra técnica. Un sector estratégico -pues de la polinización dependen buena parte de nuestros alimentos-, se tambalea. Y, ante la insuficiente respuesta política, para adoptar las soluciones necesarias, requiere de una verdadera alianza ciudadana para su defensa y promoción.
En el vibrante ecosistema de la apicultura, el apoyo de la comunidad es tan vital como el néctar y el polen para las abejas. Mucho más que simples productores de miel, los apicultores locales son guardianes de un delicado equilibrio ecológico, y garantes de nuestra soberanía alimentaria. En efecto, podemos consumir mieles de fuera (o, básicamente, en el caso de las “mieles” chinas, sucedáneos cuya trazabilidad y procedencia desconocemos); pero, si queremos frutas y verduras, necesitamos nuestras colmenas aquí, polinizando nuestros campos.
En este artículo, exploraremos cómo el apoyo comunitario puede marcar la diferencia para estos incansables defensores de la naturaleza y las colonias de abejas que protegen.
Mucho más que la miel.
La apicultura va más allá de la simple producción de miel; los apicultores desempeñan un papel esencial en la polinización de cultivos y la preservación de la biodiversidad. Se calcula que la contribución de las abejas a la agricultura, en España, supera los 2.400 millones de euros (22.000 millones en Europa). Eso es muchísimo más que lo que moviliza, en cifras oficiales, el mercado de la miel en España, que ronda los 60 millones de euros.
Por ello, cuando la comunidad se une para respaldar a los apicultores locales, en realidad están contribuyendo a la salud de nuestros ecosistemas y a la producción de alimentos.
Una forma poderosa de apoyo –no nos cansaremos de insistir en ello- es huir de los supermercados y comprar la miel local, en el pequeño comercio, o bien online directamente al apicultor. Hoy por hoy, tal y como están las cosas, es la única garantía que tiene el consumidor de estar consumiendo miel cruda, 100% natural, con todas sus propiedades.
Al optar por la miel producida por apicultores de la zona, los consumidores no solo disfrutan de un producto fresco y de alta calidad, sino que también respaldan directamente a los productores locales y a la sostenibilidad ambiental.
En Tierras Apícolas y Colmenas Compartidas, celebramos y fomentamos esta colaboración entre apicultores y comunidad. Reconocemos el valor del apoyo comunitario en la protección de nuestras amigas las abejas y en la promoción de una apicultura sostenible. Juntos, podemos trabajar para preservar la rica diversidad de nuestros ecosistemas, la sostenibilidad de nuestra agricultura, y garantizar un futuro próspero para todos, apoyando el empleo y fijando población en nuestros pueblos, en esa España vaciada, que necesitamos llenar de vida.
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